Tu última carta by Noa Alférez

Tu última carta by Noa Alférez

autor:Noa Alférez [Alférez, Noa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-02-29T00:00:00+00:00


16

Verano 1860

Christine intentó esquivar a su madre bajando por la escalera de servicio pero su hermana Amber la interceptó antes de que pudiera siquiera poner un pie en ella.

—¿Puede saberse dónde vas? —⁠preguntó con los brazos cruzados y mirada amenazante.

—Voy a dar una vuelta a caballo.

—¿Otra vez?

—Las veces que haga falta —⁠contestó con el mismo tono que ella y dio un paso hacia la derecha para escabullirse antes de que los adultos la vieran. Pero su hermana fue más rápida y dio un paso a la derecha bloqueándole el camino.

—Estoy harta, Chris. Ayer tuve que soportar a la soporífera señora White, el martes al vicario y a su madre, y sus miradas de censura. Y hoy viene la mujer más chismosa de la comarca a tomar el té. Para que luego digan que la vida en el campo es tranquila. ¡Y un cuerno! Y tú mientras tanto, andas por ahí buscando pájaros y me dejas toda la responsabilidad de acompañar a mamá. Sabes que no es justo y no lo voy a consentir.

—Amber, sabes que no se me dan bien las reuniones sociales ni las conversaciones insustanciales.

—¡Oh, gracias! Acabas de llamarme superficial.

—No es eso, pero luego dicen de mí que no participo en sus charlas y que soy un poco… boba.

—Pues yo creo que eres demasiado lista, Chris. Eludes todas esas reuniones aburridas para irte Dios sabe a dónde, a hacer Dios sabe qué. Y puede que papá te lo consienta porque es como tú, pero mamá está empezando a cansarse. Y yo también. Y eso que ella no sabe que no te quedas en tu habitación leyendo ni en el patio de atrás.

Christine tragó saliva, no le gustó lo que vio en los ojos de su hermana. ¿Acaso sospechaba que cada tarde se reunía a solas con David? Eso sería tan escandaloso que podría tener consecuencias impredecibles. Pero era posible. La única razón para que su madre no pusiera especial celo en vigilarla era que sabía que no había nadie interesante en muchas millas a la redonda. O eso pensaba ella. Killian y su invitado habían sido muy discretos, tanto que el vizconde estaba empezando a cansarse de tener que recorrer una distancia de casi una hora a caballo para tomarse una simple cerveza en el pueblo más próximo sin que algún vecino de la zona lo viera y pudiera reconocerle. Y su tío era tan asocial que nadie sabía a ciencia cierta si seguía vivo, ya que apenas salía de aquel caserón en el que vivía. Suspiró para tranquilizarse. Nadie los descubriría y podrían seguir disfrutando de aquella relación que empezaba a asemejarse demasiado al amor. Pero ¿hasta cuándo duraría? Cada día las horas separados se hacían más largas, las caricias se volvían más osadas, las despedidas más difíciles. Y Christine no quería pensar a dónde la conducía aquella espiral que la había atrapado sin remedio. Estaba enamorada de David Clark, de una manera tan intensa que el resto del mundo estaba empezando a importarle un bledo. Sin



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